jueves, 5 de mayo de 2011

ELOGIO DEL PLURILINGÜISMO. (Entrevista realizada por Araceli Ortiz de Urbina, periodista del Correo de la UNESCO.

"Hay que fomentar el trilingüismo (una lengua materna, una “de vecindad” y una internacional) y salvar las lenguas pequeñas enseñándolas"..., estima el lingüista Joseph Poth.(*Director de la División de Lenguas de la UNESCO en París)

¿Existe un vínculo entre política lingüística y cultura de paz?

El vínculo es directo. Cuando se reprime una lengua materna minoritaria, se crea en sus hablantes un malestar, un conflicto interno. Y cuando no se está en paz consigo mismo no se puede estarlo con los demás. Las lenguas siguen siendo el único instrumento que permite comunicarse, es decir dialogar y entenderse, sea por escrito, oralmente o a través del ciberespacio. Esta filosofía –preocuparse de los idiomas, instrumentos de diálogo, para responder a los problemas que plantean la intolerancia y la violencia– inspira, desde hace quince años, el proyecto Linguapax de la UNESCO
La comunidad internacional ¿no reacciona con mucho retraso ante la cuestión lingüística?
La comunidad internacional se está despertando. En diciembre de 1999, 69 Estados sometieron a la Asamblea General de las Naciones Unidas un proyecto de resolución por el respeto del multilingüismo. La Conferencia General de la UNESCO acaba de aprobar cuatro resoluciones en favor de la diversidad lingüística y de la educación plurilingüe. En 2001, la Unión Europea y el Consejo de Europa organizan, con la participación de la UNESCO, el Año Europeo de las Lenguas. Se trata de un ejemplo encomiable de cooperación internacional, pues concierne a todos los idiomas y no sólo a los europeos. Va a marcar el comienzo de múltiples proyectos, que se ejecutarán en todas partes del mundo.
¿Cómo explica este nuevo interés?
Desde hace algunos años la cuestión lingüística se encuentra a la orden del día en el panorama educativo mundial. Constantemente recibimos peticiones de Estados miembros que buscan cómo resolver situaciones lingüísticas sumamente complicadas. Europa, pero también Africa, Asia y América Latina, han entendido que el tercer milenio será el de la cooperación y de las confederaciones, y que habrá que conciliar los imperativos de la preservación de la propia identidad con los de la comunicación.
¿Cuál es el objetivo principal de la política lingüística internacional?
Llegar a promover el trilingüismo en todas las sociedades. Es un objetivo que algunos países han alcanzado hace tiempo. Luxemburgo, por ejemplo. Y si uno dice a los luxemburgueses que pueden “darse el lujo” de hablar tres idiomas porque son ricos, contestarán que son ricos justamente por ser trilingües desde la partida.
¿Cuáles son esas tres lenguas que habría que aprender?
La lengua materna, evidentemente, una lengua de vecindad y por último una lengua internacional. La política lingüística de la UNESCO reemplaza el viejo concepto de “lengua extranjera” por el de “lengua de vecindad”, de “lengua limítrofe”. Las más de las veces la guerra estalla con el vecino, por eso hay que aprender la lengua de éste, para conocer sus necesidades y sus aspiraciones, para apreciar su cultura y sus valores.
Mientras tanto, las lenguas pequeñas siguen desapareciendo. ¿Cómo salvarlas?
Una lengua se encontrará en peligro mientras no se la haya introducido en un programa educativo. Si se le reconoce la condición de lengua de enseñanza, aunque más no sea para una parte del programa, todo un “sistema de salvamento” se pone en marcha. Esa lengua reintegra el circuito de la vitalidad. Se la ha salvado.
¿El monolingüismo es una desventaja?
Siempre es muy reductor. Sólo permite ver el mundo a través del prisma, forzosamente limitado, de un solo idioma, y además con frecuencia es prepotente: los hablantes que pueden permitirse ser monolingües son nacionales de países cuyo poderío cultural, político, económico y militar es aplastante.
Por lo demás, el monolingüismo contribuye a la “inseguridad lingüística”, concepto nuevo que refleja una realidad muy antigua. En la propia UNESCO somos testigos de ello en las reuniones internacionales. Los participantes cuya lengua materna es poco conocida a menudo permanecen silenciosos. Tienen ideas excelentes, pero no se atreven a exponerlas porque se sienten incómodos en las lenguas oficiales de la Organización. Aquellos cuya lengua materna es internacional son sumamente privilegiados. Es muy injusto.